Del foro económico mundial celebrado en Davos la semana pasada, dos fueron las conclusiones a las que llegaron algunos de los actuales nombres de la élite internacional en alta tecnología, Internet y telecomunicaciones (John Chambers, Bill Gates, Michael Dell…): crisis y supervivencia.

    Todos ellos apuestan por el seguro avance del sector de Internet, y con él, la supervivencia de las grandes compañías, pese al deterioro financiero. Ellas son las únicas capaces de disponer de recursos suficientes para mantenerse incluso con la compra de sus competidores.

    Este proceso de integración se ha venido produciendo durante los dos últimos años, aunque ahora parece haberse acelerado afectando a todos los segmentos, desde los fabricantes de infraestructuras de la Red, hasta el segmento puro de las puntocom. Las compras se han producido en todos los continentes, pero ha sido en Europa donde la tendencia ha sido más relevante, sobre todo por la participación directa de las grandes empresas encarnadas en las figuras de los antiguos monopolios públicos telefónicos: los mercados francés, alemán y español, están dominados respectivamente por Wanadoo, T-Online y Terra, subsidiarias a su vez de France Telécom, Deutsche Telekom y Telefónica. Detrás de ellos se han situado los gigantes estadounidenses AOL Time Warner, Yahoo y Microsoft. En el Reino Unido el orden se invierte debido a la afinidad idiomática, postergando a British Telecom a un segundo plano. Sólo en Italia, una compañía independiente, el conglomerado de las telecomunicaciones Tiscali ocupa una posición de liderato, aunque la presión de Telecom Italia es cada vez mayor.

    Entre ellos se reparten la mayor parte del queso de la creación de contenidos y el acceso a Internet. Como cifra, decir, que el valor total de las compras de empresas en el mercado europeo de Internet ascendió durante el año pasado a 8,1 billones de pesetas.

    En cualquier caso, los jugadores de Internet en los mercados europeos parecen haberse configurado. Viejos monopolios contra potencias norteamericanas bajo la atenta mirada de operadores de móviles, como Vodafone, que preparan macroproyectos de aterrizaje.

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