EL COMERCIO ELECTRÓNICO EN ESPAÑA.
El comercio electrónico en España todavía es un canal minoritario y muy poco rentable para las empresas de distribución. En el año 2000, las ventas de compañías a consumidor final (B2C) apenas alcanzaron los 11.000 millones de pesetas, (lo mismo que factura la firma estadounidense Amazon en una semana) cifra que supone un aumento del 134% respecto a los 4.700 millones de 1999, pero que se aleja de otras previsiones más optimistas que situaban la cifra en 20.000 millones.
El estudio, realizado por la escuela de negocios IESE y la patronal de la distribución Aeoc, refleja que el primer segmento del mercado por volumen de facturación son los servicios de Internet (que van desde la compra de entradas al pago de impuestos) con 2.500 millones. El segundo segmento son los servicios para adultos (pornografía) (2.300 millones). El tercero es el centro comercial o distribución de alimentos (1.300 millones), que excluye las ventas de El Corte Inglés y Alcampo ya que utilizan sus propias tarjetas de fidelización de clientes. Tras estos tres segmentos se sitúan servicios del automóvil (1.000 millones), venta de software y hardware (800 millones), viajes y turismo (500 millones) y música (500 millones). La compañía aérea Iberia, que es quien más vende por Internet (6.000 millones), tampoco está incluida dentro de viajes y turismo, debido a que la mayor parte de las operaciones las realiza mediante agencias de viaje. Los 2.100 millones restantes se los reparten otros segmentos como libros, juguetes etc. . Pese a todo, la previsión IESE-Aeoc para el comercio electrónico en España en 2001 es de 35.000 millones, el triple que el año pasado.
Estas cifras colocan a España como el país que menos compras online realiza en Europa, con un 15% frente al 23% de la media europea. La desconfianza de los consumidores en el sector, alimentada por la quiebra de la tienda virtual Ecuality o el miedo a facilitar nuestros datos bancarios en la Red para efectuar la transacción, son barreras difíciles de superar por el momento. Para afrontar esta situación, los ciudadanos apuestan por un mayor nivel tecnológico en cuestiones de seguridad y una regulación más amplia en Internet.
Como paso intermedio, las empresas virtuales han decidido ganarse la confianza de los clientes saliendo de la Red y entablando una relación más directa con el consumidor, mediante la creación de tiendas, sucursales y oficinas en las calles de nuestras ciudades. Internet es un medio todavía desconocido por los compradores, que prefieren tratar con un interlocutor de carne y hueso, con alguien que dé la cara por si hay que hacer devoluciones o porque simplemente, no se está satisfecho con la compra realizada.
Casos como el de Weblisten, tienda virtual de venta de música en formato MP3, que adquirió el 40% de la cadena de tiendas de comercio tradicional Planet Music, se multiplican día tras día. La intención es aprovechar lo mejor de cada uno de los enfoques de venta. Por una parte, la ventaja en precios que ofrece la Red y por otra parte, el calor y la fidelización del cliente mediante un trato más directo con él.
Pero los que realmente están siguiendo de manera sistemática esta tendencia de apertura de oficinas son los bancos virtuales. Casos Evolvebank, banco por Internet del grupo Lloyds, que ha abierto una oficina en Madrid y otra en Barcelona, con el propósito de informar y aclarar dudas que sirvan como gancho para una primera toma de contacto. Se está comprobando que una vez abierta la cuenta, los clientes nunca vuelven a la sucursal.
La pregunta que quizá queda por responder es si estos centros y las nuevas tiendas son un paso intermedio hasta que la sociedad acepte los servicios digitales de manera natural.