REFLEXIÓN SOBRE LA CRISIS DE LAS EMPRESAS TECNOLÓGICAS.

    El año 2000 ha dejado al descubierto las debilidades sobre las que se asentaban las empresas de la llamada Nueva Economía. Pero la corrección del sector, aunque ha sido tan espectacular como el impulso que recibió en sus primeros días, ha sentado las bases para los negocios que lograrán sobrevivir en el entorno de Internet. Un reciente estudio realizado por Merrill Lynch sobre Internet en Europa, afirma que el sector ha caído en bolsa una media del 64% (en Estados Unidos el desplome ha sido del 75%) y que sólo Terra Lycos, Wanadoo, T-Online y Tiscali , las más grandes, lograrán resistir los envites de la crisis. Se trata de compañías que tienen detrás un gran músculo financiero capaz de soportar pérdidas durante un periodo prolongado de tiempo.

    No hace más de un año, cualquier idea relacionada con la Red obtenía financiación casi sin pedirla, pero estas empresas nacientes han gastado todo ese dinero en los lanzamientos comerciales y en publicidad, con la idea de que poco tiempo después colocarían en bolsa parte del capital para conseguir liquidez y continuar con el negocio. El mercado se ha frenado en seco, y ahora las puntocom se encuentran sin dinero y con las puertas del mercado bursátil cerradas.

    En general las entidades de capital riesgo han sido las más perjudicadas con la caída en picado de las start-ups, pero ni los grandes grupos empresariales, ni las fortunas familiares, ni las entidades financieras, ni los pequeños inversores se han librado de firmar el certificado de defunción de alguna de estas empresas.

    Ante esta situación, las compañías de Internet tienen pocas soluciones: los cierres de negocio y los recortes de plantilla se convierten en la medida habitual de capear el temporal. La falta de dinero provoca recortes y, esto, inseguridad en el mercado, que deja de invertir. Las cifras que refrendan este hecho son escalofriantes: 210 empresas cerraron, produciendo cerca de 15.000 despidos en Europa en 2000. La mayor caída se ha producido en las empresas de comercio electrónico al por menor, B2C, con un 52%; en menor medida los contenidos (29%), servicios (13%) e infraestructuras (7%) y ya se están produciendo las primeras situaciones de suspensión de pagos y quiebra dentro de la consultoría y la banca online.

    La falta de conocimiento, resultante de la frenética evolución de la red, unido al ilimitado apoyo inversor que era guiado por las expectativas más halagüeñas, han sido dos de las causas que han propiciado la estampida. El público ha sufrido una saturación publicitaria y conceptual sin precedentes, sin estar preparado para ello, y al final, el mercado ha expulsado a todas aquellas empresas que no aportaban un valor añadido claro para el usuario. Las compañías que sobreviven son aquellas que gastan menos respecto a lo que ingresan con sus ventas, gozan de márgenes brutos elevados y no consumen su liquidez. Además, estas empresas cuentan con historiales largos, y operan en áreas con altas barreras de entrada.

    Desgraciadamente para nuestros intereses, España es junto con Suecia, el país que peor ha encajado la crisis tecnológica. La situación se agrava debido a la falta de experiencia en el medio, el retraso con el que parten las empresas nacionales para adaptarse a la sociedad de la información, un mercado estrecho con unos usuarios poco proclives a la compra online, la escasa inversión en los nuevos métodos de tratamiento de bases de datos y de gestión empresarial, además de la precaria cobertura legal de nuestros negocios.

    Parece ser que el 2001 se encargará de separar el trigo de la paja, donde volveremos a los aspectos fundamentales del negocio,  como la rentabilidad y los beneficios y donde las empresas de la vieja economía que sepan adaptar sus principales activos a sus negocios virtuales, efectuarán una transición más lógica y servirán de plataforma de lanzamiento del verdadero despegue de Internet.